En el pasado muchas veces me pregunte: ¿que sera mas importante, preocuparme por ambicionar y atesorar cosas, o trabajar en hacer maravillas con lo que tengo?.
Miro como ejemplo a los seres humanos, cuyas criaturas divinas y pensantes han transformado el entorno, son capaz de crear las cosas mas bellas y mas terribles. Sin embargo, aun con toda esta facultad, hay gente triste e inconforme, en cambio los animales, que lo único que quieren es un lugar para crecer bajo el sol, se miran tranquilos, a lo mas andan atareados en conseguir su alimento, aparearse, desovar, que se yo, están en lo suyo; inclusive si son victima de maltrato, no hay espacio para el rencor y las complicaciones en ellos; muy por encima de todos los obstáculos que les pone el hombre al destruir su hábitat, asombrosamente continúan existiendo en este planeta.
Desde luego que no pretendo sacar lágrimas de cocodrilo con este manifiesto, mi objeto solo es dar una simple muestra para expresar con mas claridad lo que escribo seguidamente: Acaso es esencial tener una religión para diferenciar el bien del mal, es imperante seguir un sistema para que cada quien haga lo suyo y las cosas funcionen, vital es un mesías para que creamos en una espiritualidad, es preciso sabernos mortales para disfrutar la vida, mi respuesta es no, pero a lo largo de la historia de la humanidad se ha demostrado que si, por que todavía no somos consientes, reflexivos ni responsables, miramos y culpamos hacia afuera antes de mirar hacia adentro para encontrar las respuestas, No aceptamos que la justicia es dar a cada quien su parte, el universo se rige por la justicia, aun cuando llegue mas allá de nuestro entendimiento. Todos tenemos un sendero y no hay dos senderos iguales, cada uno fue hecho expresamente para nuestras necesidades, el reto es decifrar los códigos, leer los mensajes, no dejarse atrapar por los distractores que también son parte del examen, cultivarse en distinguir las situaciones en que al mantenerse al margen hacemos mas, pues sin duda se necesita mas valor para ser prudente que para ser temerario, no es menester nuestro recorrer ningún otro camino que el nuestro, cada quien tiene que pelear sus propias luchas; nosotros mismos al cambiar, ya estamos cambiando al mundo.
